Todos sabemos que la noche del 24 de diciembre es mágica. Nos reencontramos con la familia y amigos, nos ponemos nuestras mejores galas, nos deseamos lo mejor y disfrutamos del calor de una cena. Y por la noche llega uno de los momentos más mágicos del año porque en cuanto nuestros ojos se cierran y comenzamos a soñar, Papá Noel llega con su trineo tirado por renos y cargado de regalos para hacernos jugar y disfrutar el resto del año.
Pocos son los que han podido engañar a la magia y esconderse para ver a Papá Noel trabajando y los que lo han hecho han tenido que pagar un precio muy grande pues este entrañable y querido barbudo blanco un goloso, pero no de galletas y de leche... Bueno, de leche si, pero también de culitos carnosos, húmedos y rosados y gruesas y duras pollas con sus huevazos gordos y colgones.
Yo no sé vosotros, pero el año que viene pienso hacer lo mismo que este chavalote. Voy a esperarlo a 4 patas, con el culo en pompa y lo atraeré con dulces. Espero que pueda tomarse un respiro y pruebe mi ojete, que seguro que a esas horas estará hambriento de polla del Polo Norte.
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